Oscar Saúl RM
Tan importante es iniciar como
culminar
Tenía apenas 13 años de edad cuando tomé mi primera
clase de meditación. Han pasado más de 30 años desde ese día y desde entonces
la hice mi práctica personal. Llegué a temprana edad a la sala de meditación
tras una fuerte hambre existencial, a la fecha llevo más de cuatro años
compartiendo el maravilloso descubrimiento con el que me encontré.
Es a través de la Meditación Cuántica que practico
con gran entusiasmo las experiencias espirituales acumuladas a lo largo de los
años, y con el mismo entusiasmo escribo para ustedes este artículo.
¿Qué es meditar?
Los diccionarios nos refieren a un concepto
occidental de la meditación, dicen que meditar es pensar detenidamente en algo.
De acuerdo con este concepto, podemos meditar en nosotros mismos, en alguien,
en un objeto, en un ser vivo o en una situación, en algo del presente o del
pasado. Dicha definición indica que meditar es una actividad mental.
Meditar ha sido un recurso utilizado por las
religiones de todos los tiempos y por las propuestas espirituales
contemporáneas. Meditar en las
escrituras sagradas de cada religión o en los diferentes símbolos que las
sustentan es la manera como lo hacen. Para lograr meditar se requiere de la
concentración mental que se da a través de dirigir la atención y mantenerla en
un tema. Se logra que quien medita llegue a reflexionar, primero, y después
logra descubrir el conocimiento espiritual profundo. La culminación que se
pretende alcanzar al meditar es la experiencia, la vivencia espiritual.
Para quienes no están en tan profunda búsqueda
espiritual, meditar es sinónimo de reflexión y por ello encontramos en algunas
conversaciones frases como: medita las
consecuencias de tus actos, dedica unos días a la meditación de los temas que
platicamos, después de una larga meditación he llegado a una conclusión.
Como filósofos, poetas, artistas o creativos,
podemos meditar en cualquier cosa sin búsquedas existenciales y siempre
encontrando las profundidades del tema en el que meditamos. Meditar se ha
convertido, entonces, en un medio para conocer las instancias del ser y de la
vida.
La atención sostenida da paso a la observación
sostenida, a la observación que, cada vez más minuciosa, nos lleva al
descubrimiento de lo que se observa, nos lleva a darnos cuenta de lo observado
y sus pormenores.
La Meditación
Meditación es la acción y el efecto de meditar.
La meditación en Occidente es una actividad de la
mente para conocer a través de ella, mientras que para el Oriente significa
acceder al conocimiento del ser a través del conocimiento de las emociones, las
sensaciones, los procesos del cuerpo y los mecanismos de la mente así como de
los procesos del espíritu. El recurso es el mismo: la atención y observación
sostenida y el conocimiento no es sólo a través de la mente, también puede ser
a través del corazón, del cuerpo mismo y del espíritu.
La meditación ha sido una práctica de los “hombres
de conocimiento” en todas las culturas y de todos los tiempos, mucho antes de
que se conformaran las religiones. Por eso vemos presente la práctica de la
meditación en las culturas antiguas y en las contemporáneas, así como en las
religiones, las filosofías y ciencias de todo el mundo.
En sus orígenes y durante varios milenios, la
finalidad de toda técnica de meditación había sido lograr la experiencia de
unión con Dios, cada técnica proponía un método estructurado y un estilo. Con
el paso del tiempo, la finalidad fue el conocimiento y se desvaneció el
propósito de unión con Dios, después Dios salió del horizonte.
Regresando a las técnicas de meditación milenarias,
aún cuándo tenían métodos y estilos diferentes partían con la misma finalidad y
generaban, todas ellas, beneficios comunes que se iban logrando durante el
camino: relajación física, mental y emocional, salud física y mental, así como
respuestas a preguntas espirituales y existenciales.
Febrero 2012
Oscar Saúl RM