2014-04-24

Bajo coerción, entre vida y muerte (blogger)


El momento crítico de un asalto, estar bajo coerción, me encamina a una reflexión en torno a una serie de recomendaciones sobre el comportamiento y las decisiones a considerar.



Un hábito cotidiano me estimula la mente: es la lectura de las noticias en Internet o la prensa tradicional. En realidad, no siempre me agrada lo que encuentro, ya que el tono amarillista empleado es el más usual. No obstante, se destacan medios y periodistas que leo con interés, ya que yo siento una tenaz atracción, inevitable necesidad de estar informado, de lo contrario sería como entrar en mi dojo con las piernas enyesadas.

Por otra parte, desde hace años, en temas de inseguridad, violencia, corrupción e impunidad, el carácter repetitivo “déjà vu” halla cerca de un 50% de la actualidad local. En particular, me refiero a las noticias que reportan delitos ocurridos, como: asalto, robo, violación, levantón. Un ejemplo: “… el transeúnte se negó entregar sus pertenencias… los asaltantes respondieron con violencia… la víctima no sobrevivió a sus heridas…”. Al enterarme de semejantes casos occisos en reacción a un asalto, a una agresión, la molestia y el coraje vuelven a circular en mis venas. ¿Sería a causa de todo el peso de mi experiencia? La función de protector (guardaespaldas) no lo explica, la vocación para intervenir sí tiene que ver. Es el estimulo principal que justifica mi indignación ante la violencia feroz y gratuita ─en oposición a la violencia contenida, la que se puede emplear para sobrevivir. 

Al vivir el momento bajo coerción, conociendo el costo para la víctima, es preponderante tener claro en la mente cuáles son las opciones para minimizar el riesgo y evitar perder todo: la vida.
Perder la vida, sí lo es todo; lo material no es esencial. Estar bajo coerción se refiere a estar amenazado en forma explícita, sin lugar a un mal entendido. En lo que respecta la víctima, ella debe ser consciente de este momento decisivo, ya que la respuesta que tome pueda resolver o agravar la situación.  


Momento crítico

Análisis, monitoreo, conteo, estadísticas, aproximaciones, valoración, suman herramientas que apenas alcanzan a pintar el lienzo de la prevención de riesgos y del delito. Entonces, por parte de la autoridad o de los organismos estadísticos, la obtención de símil información para entender cuál es la tendencia de las reacciones y acciones defensivas a favor o no de la víctima cuando se encuentra bajo coerción, queda un imaginario de evaluación, inexistente. ¿Dónde está la respuesta acerca de las probabilidades sobre las soluciones y su efectividad para sobrevivir en situaciones de crisis bajo coerción? Delgado y efímero, tal se define el hilo de la vida, este espacio coercitivo, momento que inicia el proceso de cambio radical entre ser libre y ser la víctima de una amenaza física, real, actual e injusta. En la escala del tiempo, este momento es impredecible, es posterior a la prevención fallida, posterior a una posible detección si bien existe esta percepción por parte de la persona expuesta a una agresión.

Para el ciudadano común, encontrarse bajo coerción representa la mayor expresión de la violencia, a proporción guardada con el tipo de exposición y quien se identifica como la víctima. Es una situación que genera un estrés máximo. De inmediato, es enfrentarse con sus miedos: la pérdida, la muerte. El tiempo es el medidor, a favor de la víctima. Esta medición permite percibir el ojo del huracán: el momento bajo coerción, cuyo agresor usa la amenaza como el medio para cumplir con sus fines delictivas: la fuerza verbal, psicológica y la física.

La coerción reprime, sujeta, amenaza, previo a una acción violenta, como cruzar la pared del ojo (del huracán) que se materializa por una agresión física, dolorosa, violenta, incluso letal. Cuando nos referimos a un asalto a transeúnte a mano armada, este momento del “ojo del huracán” puede ser por sólo fracciones de segundos, o extenderse por periodos largos en caso de ser retenido (violación, secuestro).


Recomendaciones para tomar la decisión puntual

El sistema de defensa personal responde a la necesidad de actuar para sobrevivir a cualquier tipo de agresión. Sin embargo, como se describe en los párrafos anteriores, la percepción del momento bajo coerción evita cometer errores. Por cierto, el momento idóneo para ello siempre varía según el contexto, cada situación coercitiva es única y, por lo tanto, se requiere estar muy atento y mostrar bastante control sobre su comportamiento ─no verbal: postura, gestos, mirada─ y verbal ─qué, cuándo y cómo decir las cosas.

A raíz de lo anterior, en este momento bajo coerción, son posibles dos respuestas frente a los agresores. La víctima debe saber cuál escoger, ya que no se puede apostar a que si va o no presentarse una segunda oportunidad. Cabe hacer énfasis en que ninguna de las acciones tomadas tiene que ver con hazañas. El desapego material y la abnegación permiten el buen manejo de la crisis. Debe ser el fruto de la inteligencia: la conciencia.

Sólo hay dos opciones de acción a considerar.

     1.     La primera acción a tomar, se recomienda por ser la más conservadora: no oponer resistencia y acatar la solicitud del o los agresores.

     2.     La segunda alternativa requiere estar preparado para defenderse con suficiente destreza y eficacia. Se toma la decisión de repelar la demanda mediante el empleo de ciertos conocimientos de defensa personal –lo remito al artículo ¿Qué es la defensa personal? 

Subrayo que en dicho momento coercitivo, es primordial no confundir reacción con acción.  

Cabe mencionar que el factor suerte, en la adversidad de la situación, no puede ser el motor de la decisión. Es algo irracional e impredecible. Puede ocurrir o no. Haber tenido suerte se corrobora como tal, únicamente a posteriori. 

Con mayor énfasis sobre la temática, aconsejo que la evaluación previa a la respuesta de defensa sea cualitativa y puntual para evitar acciones contraproducentes que pudieran ocasionar en la víctima mayores lesiones o la pérdida de la vida. Ante una mano armada o varios agresores determinados, la lectura de la situación de peligro debe condicionar la decisión que favorecerá la primera opción. La mezcla de ambas decisiones, primero entregar sus pertenencias (o cuerpo en caso de violación) y luego cuando el agresor se retira de la escena, tomar la decisión de interceptarlo o perseguirlo para recuperar lo suyo, es un gran error, aun más cuando ello responde a un impulso de frustración o de soberbia silvestre.

Definitivamente, no es recomendable reaccionar sin medición de impulsos propios, post asalto ─el momento decisivo que se define por estar bajo coerción ya fue.

Sin embargo, existe una variante de esta segunda opción, la que todo senpai (maestro marcial) adoptaría, casi instintiva, una fusión entre reflejo y pensamiento, es esperar o captar la oportunidad exacta para actuar. A veces requiere emplear ciertos engaños. Se basa sobre la táctica previa la técnica, es aceptar cruzar la pared del ojo del huracán, por ejemplo crear un escudo y utilizarlo. El senpai aguerrido sabe escuchar, percibir o provocar al enemigo y así puede crear cierta ventaja y obtener el efecto sorpresa ─táctica decisiva para desarmar al agresor amenazando con un arma de fuego.

Al final, depende de destrezas experimentadas, y por lo tanto es una decisión muy personal.

Existen otras situaciones bajo coerción de alto peligrosidad que los policías experimentan en algunos casos de intervención que se califican en derecho: flagrancia. En este caso, se entiende cuando el sujeto, presunto delincuente, se interpone a su arresto con violencia, amenazando a la policía o a quien intervenga (civiles) ─los Guardaespaldas suelen encontrarse en semejantes situaciones. La intervención policiaca, fundamentalmente delicada, exige que los agentes policiacos estén preparados, formados y entrenados en técnicas de detención, así mismo en el uso moderado de la fuerza (defensa legítima) sin o con armas (BTR-21, PR-24, tolete, esposas, armas de fuego). En caso contrario, me refiero a la improvisación para intervenir, es frecuente que se comentan errores exponiendo la integridad de las personas involucradas o espectadoras: los agentes policíacos, el autor del delito mismo ─con el riesgo de que el agresor se convierta en una víctima─, los civiles que se encuentran en el perímetro. 

Vídeo de una tragedia más...

Principios de la defensa legítima

El libro El arte de la protección enseña a su lector los diferentes conceptos defensivos. Entre la información que se destaca sobre el tema, existe el “Principio de la defensa legítima”. La defensa legítima revela ser el marco legal que arropa, aunque sea muy mal conocida o subjetivamente interpretada. La defensa legítima aplica para todos. Es una clave primordial si es que la víctima, al estar bajo coerción, desea intervenir. Le comparto el esquema que lo materializa.




Epílogo

Reafirmo la metáfora del “shiai de la vida”, una forma personal y marcial de vivir y controlar la violencia intrínseca y también ajena, fruto de experiencias de pleitos, peleas y agresiones que han ocurrido en la calle y antros.

La violencia es viral para el ser humano, y me atrevo a decir que el predador humano exacerbe en ella su lado oscuro, agresivo, salvaje, silvestre, cruel, feroz, injusto. Existen destinos, caminos en la vida que llevan a los hombres a medir y controlar su propia agresividad. Aquellos generan un beneficio para sus prójimos y para la sociedad. Son los verdaderos guerreros de la paz.

¿Cómo es esto?

Pecados y potenciadores a la vez, la ira y la soberbia nutren la violencia. Pueden ser claves para lograr defenderse de cualquiera agresión intencionada. Crean un aliado intrínseco que al paso del tiempo de las edades logra ser escondido y totalmente controlado. Al contrario, cuando no se controla estas fuerzas identificadas como: la cólera y el coraje, el exceso de valorización del Yo y la frustración, se vuelven peligrosas para su dueño mismo, y no permiten resolver bien las acciones defensivas. Ciertamente, generan efectos opuestos. Por otro lado, son fuerzas que inhabilitan el miedo que se pude sentir.

Desde un principio y de manera progresiva a lo largo de varios años de práctica de algún arte marcial tradicional (el Karate por ejemplo) el aprendiz evoluciona, se trasciende, mejora su propio equilibrio a fin de realizar una cadena de varios eslabones interconectados: su físico, su psique, la táctica, la técnica, el derecho. No basta para crear eficiencia, el guerrero debe incluir el control sobre su temperamento, mostrando una plena abnegación. Utiliza la ira y no al revés. Resulta ser una fórmula exitosa, una vacuna contra el virus de la violencia. En caso de encontrarse amenazado bajo coerción, es la solución del senpai cuando decida actuar: cuenta con una baza y la eficacia.

DC, 23-04-14


2014-04-12

Vocablos tangibles para mayor claridad cognitiva (blogger)

Aclaración sobre un vocablo utilizado fuera de contexto que contribuye a mantener prejuicios. Blogger.


Con el afán de fomentar un mayor desarrollo acerca de la educación de las personas y en particular sobre la cultura de la seguridad, hago énfasis sobre la siguiente aclaración que considero muy propia en tiempos de incertidumbre en México.

Prensa:

10 de abril del 2014. Aristegui Noticias.

Detienen a presuntos escoltas de ‘La Tuta’
En un operativo federal realizado el miércoles en Parácuaro se logró la detención de seis hombres, quienes presuntamente eran escoltas de Servando Gómez Martínez, líder de los Caballeros Templarios.”


Aclaración:

Primero, me uno a las voces escandalizadas en redes sociales sobre el hecho de presentar a seis sujetos arrestados por lo que no son (véase la foto que ilustra el artículo). Este anuncio que muestra a esas personas pinta ser una farsa, objeto de una manipulación más, ciertamente despreciable.

Segundo, en cuanto al título periodístico de la nota: Detienen a presuntos escoltas de “La Tuta”, donde se emplea el término “escolta”. ¿Por qué crear una controversia? Un titulo más honesto sería: “Detienen a presuntos integrantes de los Caballeros Templarios”. Insisto que los periodistas no desvíen términos de su contexto sólo para crear sensacionalismo ─quiero pensar que realmente sea la razón. 

Sin embargo, ello confunde a la opinión pública, daña la imagen, ciertamente frágil, de los profesionales al servicio de la seguridad, la prevención* y la protección de las personas ─quienes no son coligados a la delincuencia y los grupos delictivos. 

Entonces para hacerlo corto, en cuanto al crimen organizado, sólo se deberían utilizar vocablos tangibles: guarros, sicarios, esbirros, matones, chalanes, traficantes, delincuentes, miembros o integrantes de tal grupo delictivo,…

Tercio, lo remito a leer el artículo elocuente “Guardaespaldas que  el sitio especializado manualdeseguridad.com.mx ha publicado en la sección “Aprende a protegerte”.











*La prevención de riesgos consta de cuatro rubros preponderantes: información, conocimientos, formación y resiliencia.