Ante la necesidad de tomar acciones, la información no remedia
Artículo en el cual explico como la información no basta para enfrentar la corrupción. Problemática que requiere respuestas de cambios basadas en acciones y recursos adecuados en materia educativa, seguridad y protección personal.
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Una serie de señales e
información surgieron este sábado 21 de septiembre. Ello me hizo pensar que era
simplemente coincidencia, pero creo más bien que conformó un llamado a que me expresé y que
sensibilicé (aún más) al ciudadano común, incluso a los intelectuales y
los dirigentes.
Llevo 72 horas estando en alerta
para eventualmente irme en zona de desastre en el estado de Guerrero, entregar
víveres a damnificados en el estado de Guerrero. El proceso se complica y
demora. La Cruz Roja Mexicana que siempre sostengo depende en gran parte de la
logística de la Marina en esta contingencia. Han pasado días y no veo bien
claro como irme allá. Una alternativa existe con la pfp que parece ser la única de hecho, pero no se presenta
claro cuál es el status de la misión en cuanto al apoyo de voluntarios civiles.
No basta el simple hecho de
quedarse con la información en la mente o, escrita en su pantalla u hojas,
cuando la creación de una cultura resulta de la asociación de la información y
de la acción. El conocimiento que nace de esa fusión es la herramienta que el
carpintero requiere para erigir su casa. Quien piensa que la información que
manipula los investigadores, los escritores o los periodistas alcanza a generar
cambios, está equivocado. El
tema que puntualizo tiene que ver con este precedente. Se busca dejar a un lado
la acumulación de diagnósticos y juicios para poder dar un gran paso en
adelante.
En la primera plana del Reforma
este 21 de septiembre del 2013, acerca de la situación de delitos e inseguridad
en el sector de la construcción, escribe, el periodista Alejandro Ramos, un
articulo amarillista, “Revelan extorsión
en obras del DF”, sin
desasosiego a la redundancia sobre el tema.
Por otra parte, en la página 4
del mismo diario Reforma, Yanireth Israde, con pertinencia, reporta extractos
del discurso de Lorenzo Meyer, historiador e intelectual ─que a veces escucho
los lunes en Primer Plano de OnceTV─, acerca de la corrupción, de una
democracia ilusionista y pobre, y del poder factico que está en manos del crimen organizado.
Sobre las ideas principales que forman su análisis y su discurso, lo apoyo
─subrayo que Lorenzo Meyer tiene todo mi respeto─. Sin embargo, la información que
contiene su alegato ratifica una vez más los dictámenes en la materia. Es obvio que trata de politizar
el asunto, pero nuevamente cae en el cultivo de la inseguridad ─no lo hace
conscientemente, me imagino─.
Basta el cultivo de la
inseguridad, se requiere cambiar el switch
para formar la cultura de la seguridad.
Estas concurrencias precedentes sólo
diagnostican. Escuchar la voz y leer la letra de los testimonios de quienes
sufren de la violencia mediante las extorsiones y los secuestros, además de enterarse
de que empresarios, en respuesta a la inseguridad y la corrupción, quieren huir
del país con todo y sus capitales, todo lo anterior constituye información que
no remedia a la problemática. Concretamente, es imperante tomar medidas para mover líneas:
1) asevero que analizar, reportar
e informar son acciones básicas;
2) es imperante explicar las
cosas y proporcionar las herramientas (recuerde la alegoría del carpintero)
apropiadas, crear hazañas.
3) Me parece elocuente y propio cuestionarnos sobre el uso
de la palabra corrupción. En las conversaciones,
en la prensa y los ensayos, se vuelve un genérico. Pero concretamente, ¿a qué se
refiere?
Le pregunto estimado lector ¿qué
es la corrupción?
La respuesta
parecería ser compleja pero no me conformo con esa idea. La corrupción debe
definirse en pocas palabras para dedicar el tiempo a más acciones en su contra.
¿Qué es la corrupción? ¿cuáles son las causas? El soborno es corrupción. La soberbia del hombre lo lleva fácilmente a ser corrompedor o corruptible. La corrupción nace de la pobreza y de la manipulación autoritaria por parte de una autoridad. Luego, un acumulado de carencias en materia educativa, de la ausencia de valores y principios éticos, propicia a generar corrupción. Por cierto, la corrupción figura como una acción alterada y negativa. Se define a través de un mecanismo que rompe las reglas (leyes, decretos, reglamentos) y los acuerdos civiles ─en latín corruptío significa romper─. Propiamente, el antónimo de ética es corrupción. En efecto, es un vicio, un virus* sin antídoto al parecer, un fenómeno socio-político-económico imperioso que gangrena violetamente el ideal democrático.
Una ley anticorrupción es un espejismo, cuando la corrupción, por definición, rompe con las reglas y los acuerdos.
¿Qué es la corrupción? ¿cuáles son las causas? El soborno es corrupción. La soberbia del hombre lo lleva fácilmente a ser corrompedor o corruptible. La corrupción nace de la pobreza y de la manipulación autoritaria por parte de una autoridad. Luego, un acumulado de carencias en materia educativa, de la ausencia de valores y principios éticos, propicia a generar corrupción. Por cierto, la corrupción figura como una acción alterada y negativa. Se define a través de un mecanismo que rompe las reglas (leyes, decretos, reglamentos) y los acuerdos civiles ─en latín corruptío significa romper─. Propiamente, el antónimo de ética es corrupción. En efecto, es un vicio, un virus* sin antídoto al parecer, un fenómeno socio-político-económico imperioso que gangrena violetamente el ideal democrático.
Una ley anticorrupción es un espejismo, cuando la corrupción, por definición, rompe con las reglas y los acuerdos.
* Guillermo Marín, en su escrito "La corrupción en México una estrategia de resistencia cultural" (2001) comentá: "...La corrupción en principio es un mal para la sociedad, porque destruye, debilita, desarticula, resquebraja, desintegra un Proyecto Nacional de Estado y de Sociedad. En principio, bajo ninguna posibilidad se puede aceptar la corrupción, porque “lesiona al ente social”..."
En materia de seguridad y gestión
de riesgos no sirve el sólo hecho de recolectar, ordenar, y clasificar
información. El paso concreto y útil que se requiere es la aplicación de ella.
Consiste en utilizar la información, no a lo bestia para manipular a los
ciudadanos, pero más bien con la voluntad de servir a la gente. Con base en las
mismas fuentes de información se dictamina que el poder ejecutivo no cumpla.
Más razón para afirmar que actuar está en manos de cada persona.
Entró una llamada, supuestamente
emitida por la compañía que me proporciona los servicios de telefonía móvil. Un
número entrante (número celular) desconocido, pero no importa, lo contesté. Haciéndose
pasar por un representante de dicho proveedor, el interlocutor me anuncia que
puedo cambiar de equipo. Se ofrece venir en mi domicilio entregármelo. Allí está
el punto clave de seguridad. Conociendo
semejante situación me río en mi interior ─es la segunda vez este año que
recibo ese tipo de llamadas─. Una primera recomendación hago al lector: puede contestar,
no pasa nada, quien sea que lo llame no podrá hacer más que proponer, anunciar
o proferir insultos en su caso (llamadas de extorsión). Cuando el motivo de la llamada
le parece ser una trampa, tiene la opción de colgar, pero es probable que vuelva
a llamar. En caso de atender la llamada, allí le va una segunda recomendación,
tal como le contesté a la señorita ─procure tener mucha seguridad en su voz─:
“¡Qué bien!
pero me parece que en diciembre me toca cambiar de celular; sin embargo, no se
dé la molestia yo iré a la sucursal de la compañía para tramitarlo. Gracias.”
Escucho una respuesta vacilando,
le corto la palabra insistiendo y cuelgo. ¿Qué más ha pasado? Nada. ¿Qué más podría ocurrir? Nada tampoco.
El engaño se queda en el momento de su intento.
Tecleando, sólo soy una voz más, como
el dedo en la llaga para gritar que se despiertan todos. Declaro y confirmo
que realmente sí existen los debidos recursos y soluciones en materia de seguridad
y protección personal, tal como lo expreso en la obra El arte de la protección. México requiere crecer y revolucionarse. Una vez que se comprende porqué
existe la corrupción, entonces se puede considerar el hecho de que se
asemeja a un arma que disponga el crimen organizado, como lo declara Lorenzo Meyer. No obstante, les remito a leer el artículo del mes
pasado, “Manejo de armas, ideas
estereotipadas compradas”, mediante el cual informo sobre las armas y su abastecimiento.
Allí enseño a no tragar todo como si fuera un “chezco” o una cerveza. La ironía acompaña mi voz
y mi dedo para despertar la gente en moverse de su zona de confort y rechazar
el asentimiento de estereotipos.
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