En este principio del siglo XXI, el desarrollo del ser humano es un tema esencial y también una tendencia tanto a nivel individual como laboral y social en los llamados países del primer mundo. “Buscar la perfección” me parece un sendero idóneo para alcanzar la excelencia del desarrollo, aunque suene como una bella utopía. Suena tan imposible...
Sin
embargo, me gusta pensar en ello, escucharlo cuando alguien lo propone.
A causa de lo abstracto que conlleva la idea de perfección, somos pocos quienes nos trazamos esta meta de vida. Eliminar nuestras carencias o pulir nuestras cualidades es más frecuente. La mayoría sólo desea mejorar su presente.
La búsqueda por la perfección forma un camino
personal y social que nos obliga a aguantar un trabajo duro. Debemos además
utilizar nuestro talento para la autocrítica, aceptar sudar por la obra, y si no
estamos satisfechos del resultado, volver a esforzarnos y mostrar perseverancia
con convicción, de manera constante.
Esta exploración me recuerda a dos personalidades,
ejemplos de vidas forzadas que dejaron grandes huellas en la historia moderna y
contemporánea. La primera es un gran maestro pintor y padre del impresionismo, Claude
Monet; mostraba siempre bondad y empatía hacia sus amigos y alumnos; nunca
estaba satisfecho de su trazo y volvía a pintar y pintar de nuevo. La segunda es
un artista marcial que nos representa a todos nosotros —discípulos y maestros
marciales contemporáneos—: nuestro gran amigo y difunto karateka Michael Milon,
triple campeón del mundo de kata (karate Shotokan), quien se ha vuelto una
referencia mas allá de su escuela marcial; se caracterizaba por no cansarse en
repetir sus técnicas y kata. No
obstante, son innombrables los hombres y mujeres que podría citar y homenajear,
mas no los puedo nombrar a todos.
Claude Monet
Michael Milon
En su despliegue histórico, desde la edad de
piedra (hace más de tres millones de años) hasta la fecha, al ser humano lo ha
guiado una fuerza, una energía hacia su destino, lograr su crecimiento y su
evolución, tanto en lo personal que colectivamente, para que se perfeccione en sus
hábitos de vida y obtenga, a cambio, seguridad, mejoras de vida material y
aumento de su felicidad.
¿No es lo que busca cada uno de nosotros?
Creo que sí, y no es nada complicado. A pesar de
que “buscar la perfección”, socialmente, es un lema que no va de acuerdo con la
mayoría de los sistemas de desarrollos sociales o políticos. Por el contrario,
es un camino individual que nos exige mucho.
Por
lo tanto, buscar la perfección en nuestros actos o creaciones es un sueño que
todos los artistas marciales honestos deseamos alcanzar,
a pesar de la batalla constante con nuestro ego. Al menos, durante el camino
recorrido, pueden surgir logros o milagros que motivan a los demás.
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