La fuente del poder adquisitivo, el dinero que permite “tenerlo todo” y asentar el parecer ante los demás, pudiera ser el epicentro de un sistema fallido
de nuestras civilizaciones industriales. Blogger.
Admiro la fuerza y la certidumbre del presidente de Uruguay, José Alberto Mujica Cordano,
con las cuales pronunció puntalmente en CNN: "A los que les gusta mucho la
plata hay que correrlos de la política".
La corrupción surge de la historia y se adapta a cualquier neo cambio; se impone gracias a una
multitud de carencias que conforman una matriz de nodos, entre el contexto muy
complejo de entorno socio-económico-político, las carencias en ética y
filantropía, y el valor dado al dinero en la pirámide social.
En una sociedad sin equilibrio social, sin signos fuertes de altruismo,
que se muestra ser un estado bastante débil, incontrolable, donde impunidad y
falta de equidad son actos de ley, el exceso de dinero la gangrena porque sus gobernantes
lo desean más que todo. El dinero se convirtió en el “oro” contemporáneo donde
la fiebre por él, estimula a los dirigentes y políticos mexicanos, así como
muchas otras personas, en su respectivo nivel, que sigan este ejemplo para
superar sus vidas y colocarlas en zona de confort (lo material). El peso de la
responsabilidad provoca tanta incertidumbre en los hogares, que la búsqueda de
este oro parece ser más vital que el aire que respiramos y de lo que la
naturaleza nos ofrece. "¡WTF!"
Demasiada gente se confunde en valorar el dinero de dicha manera. Buscan
a obtener y tener por tener ya que creen que lo resuelve todo, que el dinero,
mucho dinero, le dará poder y más poder, comodidad, seguridad, y menos estrés.
¡Se resume en una enorme falsedad de creencia capitalista ultra liberal y
dominante!
Lo personifican, se afianzan de él como un fiel cómplice de sus vidas.
Estos hombres y estas mujeres capaces de creer en aquello, por encima de todo, pretenden
detener la verdad ─al menos su verdad─, y por si fuera poco, en la
representación política del pueblo, el poder ejecutivo finja ser algo, cuando
su único objetivo, sostenido por la mentira, se basa en generar, acumular, tener,
invertir o gastar dinero. Entonces, no hay ni equilibrio, ni justicia social.
Hacer lo justo, crear amistades, mostrar empatía, emprender la tolerancia y el desapego,
ya no son valores que se perciben como esenciales, sanas, valientes u optimas
para alcanzar la felicidad, o el reconocimiento. Es una tragedia humana.
¿El dinero y su fama vencerán a la espiritualidad e inteligencia del
cerebro humano?
Mientras que el lector lo reflexione y arme su respuesta, su verdad, me
consta que el anestésico más poderoso que el hombre haya logrado crear, es el
dinero.
Vidas de millones de hombres y mujeres, en la edad de ser adultas (los adultos
activos), buscan este capital. Piensan que la opulencia del dinero representa
el camino dorado y forzoso para vivir, estableciendo una forma de normalidad que
goza del pecado como si no lo fuera: la avaricia; sistema tan arraigado en la
cultura propia a los países industriales ─o en proceso y voluntad de
crecimiento económico─, que viéndolo con desapego es sumamente vergonzoso.
Vector de motivación, razón de ser en la vida, en vez de ser una herramienta
─o debería emplear el subjuntivo imperfecto, diciendo que “el dinero debiera
ser una herramienta, nada más”─, el dinero, nosotros frente a él, nos
engañamos; nunca alcanza…El resultado es un escalofrío que nos confunde (los Estados
civilizados).
En cierta forma, nuestra civilización hubiera mordido la manzana de la
discordia.
“Cuando la opulencia ofende, la humildad se vuelve oro.”
David Crol. El 8 de noviembre 2014.